Muchos lectores habituales de ciencia ficción y fantasía
se habrán planteado alguna vez la posibilidad de pasar a la acción y escribir
ellos mismos una novela de su género favorito, o tal vez algún relato. Algunos,
incluso lo han llevado a la práctica con resultados dispares. En los tiempos
que corren, se está dando un doble fenómeno aparentemente contradictorio:
mientras que el género fantástico parece vivir un nuevo momento de esplendor
gracias a las superproducciones de la gran pantalla, la crisis económica
arrastra a las editoriales consigo y los escritores noveles lo tienen cada vez
más difícil para ver su obra publicada. El público gasta cada vez menos dinero
en ocio, a la vez que nuevas microeditoriales aparecen como setas e incorporan
estrategias de marketing innovadoras para poder poner sus títulos en la calle.
Por otra parte, la abundancia de jóvenes sin empleo aunque con una formación
académica envidiable hace que surjan nuevos escritores prometedores cada año y
el género fantástico y de especulación científica es un campo abonado para sus
novelas.
Tal vez por ello Alamut se ha decidido a traducir y
editar este ensayo que el gran Orson Scott Card (El juego de Ender, La voz de
los muertos) escribió en 1990. A diferencia de otros textos enfocados a la
creación narrativa en general, éste se centra en los aspectos específicos de la
ciencia ficción y la fantasía, en la que Card está considerado un maestro
ejemplar. No en vano es el único autor en ganar dos premios Nebula con una
novela y posteriormente con su secuela (¿quién dice que segundas partes nunca
fueron buenas?).
Aunque el texto está dirigido fundamentalmente al público
anglosajón, el traductor Julián Díez ha realizado un trabajo extraordinario al
extrapolar todos aquellos datos que no se ajustan al mercado español (páginas
web de referencia, datos económicos y demás) en notas a pie de página que son
de agradecer. Aun así, es inevitable que se le pongan a más de uno los dientes
largos cuando lee lo que algunas publicaciones de prestigio llegan a pagar en
los EE.UU. por un relato publicable. Por aquí ni siquiera quedan revistas
físicas que hagan esa función y las digitales no pagan royalties, son solo un
medio para darse a conocer.